lunes, 16 de diciembre de 2013

Beautiful Killer

- ¿A dónde te crees que vas?- dijo el alto agarrando a la chica con suavidad por el cuello.

Ella no contestó, lo miró a los ojos color chocolate puro, con una profunda mirada sobrecogedora, y se perdió allí, como si la hipnotizara. El chico sonrió de medio lado, dándole una mueca perversa a su expresión, y se acercó más a ella.

- No pienses que vas a ir muy lejos…- susurró en el oído de pelirroja, arrastrando las palabras, recreándose en cada una de ellas, con su voz grave, que no acompañaba su rostro angelical.

Bajó la mano que tenía alrededor del cuello de la chica, con una suave caricia alrededor de éste y, desenroscándolos, paseó los dedos por los hombros, las clavículas y siguió bajando por el pecho, hasta llegar al esternón, donde deslizó sus dedos por debajo de la tela del vestido esmeralda… Sólo las yemas, acariciando la pálida piel de ella. Rió con una risa demente sobre la oreja de ella mientras seguía su juego, y ella, ella se sobrecogía con cada caricia con la que él la deleitaba, se sobrecogía con cada mirada que él la dedicaba, con cada sonrisa, esa preciosa sonrisa oscura que se apoderaba de cualquiera aunque no quisieran, esa que la tenía a su merced…

El chico gruñó en su oído cuando la apretó más contra sí, para después morderla el lóbulo y juguetear con su lengua pasándola un par de veces por la piel que tenía entre sus dientes. Ella gimió echando la cabeza ligeramente hacia atrás, casi cayendo en sus brazos. Una risa triunfal salió de los labios del moreno, llenando cada rincón de aquella habitación, y llenando el alma de la chica que tenía entre sus brazos. Ella se incorporó para mirarlo de nuevo a los ojos, lo observó unos segundos, sumergiéndose en aquel océano achocolatado, retándole…  Se acercó a él para rozar sus labios con el moreno, de abajo arriba, haciendo que chocaran levemente sus naricillas respingonas antes de apartarse juguetona.

Él la miró de nuevo, sonrió de medio lado y después se mordió el labio inferior mientras la agarraba del trasero y la acercaba totalmente a sus caderas, sin dejar casi espacio ni siquiera para la ropa que aún llevaban, y se lanzó a su boca como si hubiese estado un mes en el desierto y hubiera encontrado agua en un oasis, y la besó, la besó con urgencia, salvajemente, como si la fuese a comer, y ella le respondió con la misma pasión, apretándole muchísimo más contra su cuerpo, mordiendo sus labios, revolviéndole el pelo bajo sus manos, desesperadas por tocarle… La mano de él paseó por su muslo izquierdo y fue por la parte interior, subiendo por debajo del vestido, la rozó suavemente entre las piernas, haciendo que la chica temblara bajo sus caricias y se separara un poco de sus labios para recobrar el aliento.

El chico sacó la mano de allí tan despacio como la había subido, y con un ligero beso, se separó de ella sonriendo de medio lado.

La chica estaba aturdida, con la boca semi abierta, jadeando. Lo miró como si fuese a atravesarle con mil cuchillos y se rió, se rió con la misma risa de perturbada que había tenido él hacia un rato.

El moreno se dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras paseando sus dedos por la barandilla, jugueteando con la piedra como lo había estado haciendo con ella unos segundos antes, provocando. Y ella gruñó, un sonido que le salió del pecho, de rabia, de contención, de deseo, de placer… Y él la esperó, la esperó al llegar a medio camino, era demasiada la tentación.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Emptiness

Tic toc tic toc... Dos horas y cuarenta minutos
El tiempo no se detiene, no es como en las películas que los buenos momentos duran eternamente y van a cámara lenta, no, es más, van a cámara ultra mega sónica, dándote demasiada información de golpe, demasiadas emociones, para después quitártelas tan rápido como han venido, y te dejan vacío, como si ese momento nunca hubiera pasado y aún estuvieras esperando que llegara tan ilusionado como un niño el día de navidad, contando los días y las horas que quedan para que llegue, pero ya ha pasado y tu te quedas como si te hubieran arrancado un pedacito de ti...
Y después llega el sentirse perdido, el echar de menos todo eso, a ellos, verles y pasar aunque sea dos segundos con ellos cada día, es una droga, necesitas más y más, pero sabes que por el momento no la tendrás, y el sentimiento de vacío se incrementa, y te acuerdas de cada momento que te hizo sonreír y quererles un poquito más, de cada momento que ellos te dedicaron con sus sonrisas, y quieres volver el tiempo atrás, porque una vez no fue suficiente, porque quieres volver a recuperar ese pedacito y llenar ese vacío que han dejado, porque no quieres echarlos de menos...

Tic toc tic toc... Doce días
No ha cambiado nada, y el vacío sigue ahí, pero ya no estás triste, ahora sonríes al recordar todos y cada uno de los momentos que viviste con ellos, todo lo que te hicieron sentir, y no es una sonrisa melancólica, estás feliz por haber tenido la oportunidad de tenerles cerca, de compartir con ellos esas dos horas y cuarenta minutos...
Y sonríes de nuevo, porque, no sabes cuando, pero volverás a verlos, estás seguro de ello.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Sweet Dreams

Llega un punto en tu vida en el que te das cuenta de que la gente no merece la pena, todos están contigo por algo, ya sea por no quedarse solo, pero no del tipo, estoy contigo porque me gusta estar contigo y así no estoy solo, si no, si no estoy contigo me quedo solo y no quiero estarlo, así que aunque no te aguante, o este hasta las narices de tus cosas, estoy contigo. Sea por envidia, sí, esa que te lleva a decir, ya verás ahora voy a ser mejor que tu y me tendrás que tener envidia tu a mi, y me regocijaré. Por falsedad, por cobardía, por cientos de cosas, pero siempre te decepciona todo el mundo y te das cuenta de que no vas a contar con nadie en toda tu vida, tendrías que encontrar a una persona buena, pura y sin maldad, de las que ya pocas quedan.
También están esas personas que se piensan que lo saben todo de ti, que son más listas que nadie y pueden opinar de tu vida como si en realidad te conocieran de verdad, esas con las que una vez pasaste el tiempo y ahora se creen con derechos sobre ti.
También esas que van como el viento, complaciendo a todo el mundo que le interesa en ese momento y no son capaces de decir las cosas como las sienten y no ir como la marea.
Y esas que pensabas que podrías contar con ellas, pero a la hora de la verdad, se dan media vuelta poniendo excusas baratas, importándoles cero lo que a ti pueda importante un mundo.

Y luego estoy yo, que a pesar de haberme dado cuenta, me da igual, he aprendido a ser un poquito de todo esto, y estoy feliz con lo que soy, porque en realidad lo que muestro es solo una fachada, si lo pienso soy una gran actriz, como todos en realidad, podríamos decir que hacemos el papel de nuestra vida... Porque en esta vida, o comes o te comen, o eso dicen, ¿no?

sábado, 24 de agosto de 2013

Feel real

Una sonrisa, una sonrisa que te envuelve y te atrae como la madera al fuego, sientes calor en tu espalda mientras sus dedos se apoyan suavemente sobre la tela de tu vestido y sus labios se posan en tu mejilla, delicadamente.

Un susurro en tu oído que hace que te tiemblen las rodillas, notas su aliento sobre tu cuello y sonríes ante su comentario, le acaricias el brazo, y dejas tu mano apoyada en él, te acercas y saboreas tu bebida, vuelves a centrar tu atención en él, mojándote los labios con la lengua.

Una mirada, profunda, cristalina y brillante, de pestañas tan largas que se enredan con las tuyas, haciendo que el río desemboque en el mar, perdiéndose en la corriente.

Una caricia, su piel contra tu cuello, mientras habla vivaracho, te pierdes en sus palabras como si de un buen libro se tratase, ruedan por tu piel como lo hacen sus dedos por tu cintura, son como música para los oídos.

Un ‘sí’, sí a que su aliento se mezcle con el tuyo, a que sus labios quieran ser parte ti, sí a que no deje de hacerte estremecer bajo sus manos, bajo su mirada, a que su pelo se enrede entre tus dedos y su sonrisa choque contra la tuya, sí a que su voz resuene en tus oídos y tu risa tintinee en los suyos…


Un ‘no’, no a tener que separarse y olvidarse de todo, un no a volver a su vida como si nada, un no  a que no sea real, un no a preguntarse, ¿porqué no puedo tenerlo?

domingo, 11 de agosto de 2013

Where have you been?

Sus piernas corrían, corrían sin pausa a un ritmo desesperado, el vestido se le enganchaba en los tobillos a cada paso antes de que se lo cogiera con ambas manos y siguiera zigzagueando por aquel laberinto de arbustos enormes. Tenía que estar cerca, lo sentía, lo sentía como nunca antes lo había sentido…

La gravilla crujía bajo sus apresuradas botas, iba apartando con desesperación a cada persona u objeto que se cruzase en su camino, no tenía tiempo de esquivarlos, debía darse prisa, continuar corriendo, centrarse en buscar, en seguir su instinto. Se adentró en aquel verde laberinto porque lo sentía, lo sentía como nunca antes lo había sentido…

Recorrían aquel interminable pavimento enredado, tropezando, yendo por caminos sin salida, magullándose… Era como si nunca fuesen a salir de ahí, no había un camino que llevara al otro lado.
El sol comenzó a ponerse, y la desesperación afloró…

Un grito de rabia resonó por los pasillos de aquel entresijo natural, el eco llevó su voz mucho más allá… Estaba cerca.
Siguió la voz grave como si fuese una dulce nana, captó el tintineo en su cabeza y corrió, corrió más si cabe, que antes.

Chocó contra un arbusto, y gritó de rabia, dónde estaba, quería salir de allí como fuera, necesitaba llegar al otro lado.

Corrió, corrió llevándose por delante todas las ramitas y paredes que no la dejaban ver por dónde iba, tenía el pelo en la cara y casi no veía, le faltaba el aliento, pero siguió corriendo, corrió hasta que se chocó contra algo que casi la hace caerse de espaldas, aquello no era un arbusto.

Llegó a una pequeña placita con una fuente, debía ser el centro de aquello, o eso quería creer, y si era así, ya estaba más cerca del otro lado. Echó a correr de nuevo por uno de los caminos, el aliento ya le empezaba a faltar, pero siguió corriendo, corrió hasta que se chocó de nuevo contra algo, pero aquello no era un arbusto…
Unos ojos verdes lo miraban muy abiertos, lo miraban ansiosos y sorprendidos, la chica se aclaró la garganta y se peinó un poco.

- ¿Dónde has estado?- atinó a decir con la respiración entrecortada.


Y él sonrió, sonrió de medio lado haciendo que el laberinto desapareciera bajo sus pies y el mundo fuese solamente suyo…





Inspiración: Rihanna - Where Have You Been

sábado, 3 de agosto de 2013

Midnight Sun

- No deberías hacer eso.
- ¿El qué?- la chica lo miró con una sonrisa mientras giraba la punta de la navaja sobre la yema de su dedo índice.
- Jugar con objetos que no sabes el daño que pueden causar.- él se levantó de su butaca y fue andando despacio hacia ella.
- Tranquilo, sé cuidarme solita.- dijo muy segura de sí mientras daba un par de vueltas a la navaja con movimientos gráciles de su muñeca.
- ¿Estás segura?- el chico estaba de espaldas a ella, agarrándola por la cintura con brazo y con la otra mano sujetando la navaja sobre su cuello.
La pelirroja se pegó más al cuerpo del alto y torció la cabeza para que no le rozara con el filo. Él posó sus labios sobre el cuello de la chica y los paseó por donde quiso, cuando los apartó dejo una sonrisa de medio lado sobre su piel. Retiró con delicadeza la navaja y soltó ligeramente el amarre de su brazo sobre el cuerpo de ella.
La chica se giró y apoyó los brazos sobre el pecho del peliverde, lo miró con cara de niña buena y se acercó a besarle. Sus labios se encontraron con algo de impaciencia, pero el beso fue lento, saboreando cada ápice de todo lo que contenía esa bomba de relojería.  La chica se apartó un poco quedándose apoyada con su nariz en la de él, acercó los labios de nuevo a los del chico y le mordió el labio superior atrayéndolo hacia ella, él la apretó contra sí besándola de nuevo, sonrió y se apartó de ella con delicadeza, dejando que se apoyara totalmente en el suelo ya que la había dejado de puntillas echada hacia él.
La chica dio un par de saltitos al llegar al suelo y se mordió la punta del dedo pulgar mirándole desde abajo mientras pestañeaba con inocencia.
- Pudding, ¿me dejas que haga una cosa?- dijo acercándose a él mientras le cogía del borde de la camisa.
- ¿Qué está maquinando esa pequeña cabecita?- la dio dos golpecitos suaves con el puño cerrado por encima de la frente. Ella sonrió mordiéndose el labio inferior.
- ¿Me dejas que te tiña?- dijo la chica tocándole el pelo tiernamente.
- Eh, no…- negó con la cabeza algo confundido.
- Porfi…- hizo un pucherito apoyándose en su pecho mientras se alzaba sujetándose sólo con una pierna.
Él la miro con la ceja alzada y después suspiró.
- El morado seguro que te queda bien.- sonrió satisfecha.
- ¿Morado?
Ella asintió varias veces seguidas con la cabeza mientras sonreía haciendo que sus mejillas sobresaliesen más de la cuenta.
El chico la acarició la mejilla con el dedo pulgar y sonrió.
- Te hará juego con el traje.- dijo alzando la cabeza ligeramente mirándole fijamente con aquella mirada que hacía que su mundo se retorciera cayendo rendido a sus pies.
La devolvió la mirada, les encantaba hablar sin pronunciar palabra. Ella se alzó un poco para llegar a sus labios y le beso suavemente, sonrió al apartarse lentamente, él la dio un beso en la nariz y dejó que volviera al suelo.
- Harley, no te pases.- dijo el chico suspirando indignado por lo que le deparaba el experimiento que quería hacer la pelirroja.
La chica se giró a mitad de camino y le guiñó un ojo juguetona, siguió andando en búsqueda de lo que necesitaba para ponerse manos a la obra.


La chica terminaba de esparcir el tinte sobre el pelo de él, con sumo cuidado, casi parecía que estuviese tratando de no romperle, sus dedos se entremezclaban con el tinte y el pelo húmedo con extrema delicadeza, hasta que le dejó en la coronilla todo el pelo amontonado para que no se le manchase la cara, dando por concluida su tarea de peluquera.
Se agachó cerca de la oreja del chico, dándole un beso en el cuello, justo debajo del lóbulo. Bajó su mano por la nuca de él y se deslizó hasta sentarse en su regazo, con un movimiento casi felino se había colocado frente a él. Le dio un beso cerca de la nariz, luego otro cerca de la barbilla, justo en la mandíbula, le acarició con la punta de la nariz hasta llegar a la barbilla y se separó sonriendo, acercó el dedo índice a la mejilla del chico dando un pequeño toque de color a su palidez, su risita resonó en el ático.
- Me gusta.- le miró con admiración y después le besó.
Él la acarició el cuello y la apretó contra su boca desde la nuca. Cuando la chica se apartó una mancha de morado la teñía la nariz. Le miró sacando morritos.
- A mi también…- dijo divertido.
Y antes de que la chica pudiera decir nada las dos manos de él estaban sobre su pelo, llenas del tinte que había sobrado.
- No, no…- se intentó levantar pero él la agarraba fuertemente mientras se reía.
Cuando la soltó la miró observando qué tal había quedado su obra de arte.
- Mmm, a lo mejor con un poco de verde…
- ¡Ni se te ocurra!- levantó un dedo poniéndolo entre ambos, de forma autoritaria.
- Bueno, así estás muy bien, también harás juego con mi traje.- se rió él.
- Maldito Joker…- bufó la chica, aunque en realidad no estaba en absoluto enfadada, y él lo sabía.
El chico sonrió y la dio un toquecito en la barbilla haciendo que la chica le mirara quitando esa pose, y sonriéndole.
Se acerco a darla un beso suave en la mejilla, sonriendo.



El sonido del secador les estaba dejando medio sordos ya, jugaban como dos críos con el aire que desprendía el aparato haciendo de su pelo una maraña alborotada, ella más que él. Sus risas se oían por encima del ruido del ventilador, dando a conocer al mundo que no podían pararlas. El chico se paró frente a ella para peinar el pelo encrespado que se le había quedado, apagando el secador. Pasó sus dedos entre su pelo con delicadeza, colocando cada mechón en el sitio donde tenía que estar, se mordía el labio inferior por dentro mirándola embelesado. Cuando la terminó de peinar ladeo la cabeza y sonrió de medio lado mordiéndose el labio, se echó hacia atrás y se sentó en la taza del váter, mirándola satisfecho.

La chica se miró de reojo en el espejo, viendo su pelo morado y rojo, no le había quedado tan mal, la verdad es que la gustaba bastante, sonrió yendo hacia él, pasó sus dedos entre el pelo brillante y morado del chico, haciendo que el flequillo se fuera hacia atrás, dejándole la cara bien visible, cuando llegó al borde del pelo, lo agarró con algo más de fuerza e hizo que él llevara la cabeza hacia atrás, mirándola desde abajo, ahogando un gemido en su garganta, ambos sonrieron. La chica se acercó a él besándole, lento, pero cargado de deseo. El baño comenzó a arder poco a poco, las llamas violáceas, anaranjadas y rojas recorrían toda la habitación, subían hasta el techo formando una pared de fuego, llenando la habitación de un calor insoportable, insoportable excepto para las dos personas que estaban allí en medio del sol, del sol de medianoche… 

lunes, 29 de julio de 2013

Illuminated

Sangre, papel, cristales, madera, plumas y rabia, mucha rabia… Flotando en la pequeña habitación que acogía al chico de labios carnosos, con una expresión de niño, de niño enrabietado y a punto de cometer una locura.
Un hilillo de sangre le corría por el labio, se había clavado los dientes tan fuerte, que se lo había roto, pero no le dolía, estaba demasiado ofuscado como para darse cuenta de nada de lo que ocurría a su alrededor.
Un grito gutural subió por su garganta, lleno de ira, rabioso, triste. Sus cuerdas vocales vibraron furiosas contra su piel, como si un músico tocara sin control las cuerdas de su violín, apasionado, herido…
Tiro otra de las estanterías que quedaban en pie, los cristales que cubrían la parte de arriba del mueble estallaron en mil pedazos, clavándoselos en los brazos y las mejillas, haciendo que pareciera hecho por rubíes.
Volvió a gritar mientras despedazaba un libro, palabras que ya no tenían sentido, que ya no quería leer nunca más, palabras que ya no sentía, rotas y demolidas, reducidas a trocitos blancos que parecían copos de nieve, mezclándose con los cristales y el polvo de la madera rota.
Las heridas de la cara empezaron a escocerle… Se secó de un manotazo los ojos y dio un puñetazo a la mesa de madera, ya rota en pedazos, que había en el centro de la estancia.
Sus gruñidos de rabia se veían entre cortados por los sollozos y la respiración agitada, dándole una imagen aún más trágica, más penosa.
Agitó la cabeza, intentando no volverse loco, se revolvió el pelo, casi arrancándoselo, volvió a dar un grito y un par de puñetazos al suelo y a la pata de la mesa donde se había apoyado después de dejarse caer sobre el montón de escombros que se expandían por toda la habitación.
Pasó el dorso de la mano por debajo de la nariz, secándose la cara, se mordió el labio superior, haciendo que sobresaliese más de su boca, dándole un aspecto sexy entre tanto drama.
La sangre de las pequeñas heridas que le habían hecho los cristales, se estaba resecando, pero las pequeñas virutas transparentes, seguían incrustadas en su piel, aunque no había dolor, no lo había…
- ¿Dan?- una voz sonó como un susurro en la lejanía.
El chico no se movió, sólo soltó un gruñido ahogado y apretó los pies descalzos contra los cristales, la madera, la tela y las plumas que había bajo él.
- ¿Por qué?- la chica se agachó para quedarse a la misma altura que el de pelo color chocolate.
Los ojos del mismo color que su pelo, se clavaron en los verdosos de ella, moviéndolos nerviosamente, intentando indagar en los pensamientos de la chica.

Ella paso la yema de sus dedos por las mejillas redonditas de él, acariciando los rubíes, fue bajando por la mandíbula, la barbilla y llegando a las pequeñas hendiduras de los dientes que tenía en el labio inferior, las acarició suavemente con el dedo índice, y volvió a mirar al chico a los ojos, él sonrió, haciendo que sus ojos se empequeñecieran, dándole a su aspecto un aire felino, y como si de un felino se tratara, recorrió la poca distancia que había entre ellos, sigiloso, para besar a la chica tan suavemente como las caricias que le había regalado ella.




Inspiración: Hurts - Illuminated

sábado, 27 de julio de 2013

Paradise

- Cassi, ¿qué ha pasado con Kaho?
Una voz detrás de ti resonó en la nada, una voz que no te apetecía tener cerca de ti en ese momento, una voz que no querías que te reconfortara… No te volviste a mirarle, ni pronunciaste una palabra, seguías mirando al horizonte lleno de estrellas, de oscuridad y a lo lejos, demasiado lejos, un sol, un sol que parecía caliente, vivo, alegre… Moviste las piernas colgando de una de las rocas que formaban los anillos de Saturno, ese planeta que tanto te fascinaba, rascaste un poco de arenilla e hiciste un dibujo con los dedos, respiraste hondo, oliendo a una mezcla de madera húmeda y quemada, sonreíste de medio lado.
Oíste como él se acercaba, saltando de roca en roca hasta llegar a ti.
- No deberías venir aquí, es peligroso.
- Subirse a una montaña rusa de metal oxidado y vagones que no se revisan desde hace medio siglo a los que le faltan tuercas y piezas, y ah, una malla de pinchos debajo esperando tu caída también lo es y tú te montas, así que no me digas lo que es peligroso o no…
Se te quedo mirando desde arriba, tú desviaste la mirada de la suya sin ganas de seguir hablando, haciendo una mueca de indiferencia. Y él en vez de irse, se agachó y se sentó a tu lado, sobre una de sus piernas y la otra la dejo colgando en el vacío.
- ¿Porqué habéis discutido?
- Orion, déjame tranquila, por favor…
Un segundo después de haber pronunciado esas palabras te arrepentiste, porqué le tratabas así, si siempre estaba a tu lado, sin nunca pedirte nada.
- Está bien.- fue a levantarse pero se lo impediste cogiéndole de la mano.
- No, no te vayas.
Volvió a poner la pierna en su sitio y relajó el cuerpo, como antes estaba, tu no le soltaste la mano, la tenías apretada lo justo sobre tu regazo.
- ¿Por qué tiene que ser tan imbécil a veces?
- Ya sabes que Kaho es así, le gusta llamar la atención haciendo ese tipo de bromas.
- Sí, lo sé, pero siempre viene con la misma historia, y lo nuestro fue hace mucho tiempo, y además, ¿qué se ha creído? Si fue un día… No estoy rendida a sus pies ni mucho menos, hay otras cosas en las que pensar…
- ¿Cómo qué?- te dirigió una mirada de esas que podrían derretir a cualquiera sin ni siquiera él quererlo.
Balbuceaste un poco, intentando encontrar en qué podías pensar…
- Pues en lo bonito que es esto, por ejemplo…- murmuraste casi tropezando con tus propias palabras, agachando la mirada y mirando otra vez a las estrellas.
- Si, podríamos concentrarnos en observar este pequeño paraíso…- dijo sin parar de mirarte.- Pero creo que deberías hablar con Kaho y decirle realmente lo que piensas y que deje de molestarte, estoy seguro de que acabará dejándote en paz.- continuó frotándose el cuello con la mano que tenía libre y mirando hacia el mismo punto al que mirabas tu con una leve sonrisa en los labios.
- Dudo mucho que el muy crío me deje en paz algún año.- dijiste resignada.- Aunque espero poder quedarme aquí siempre para no tener que aguantarle.
- ¿Tampoco quieres aguantarme a mí?- te miró con cara de víctima arrancándote una sonrisa.
- A ti no te aguanto, contigo estoy como… Bueno ya sabes, bien.- sonreíste de medio lado.
- No, no sé, ¿sólo bien?- dijo haciéndose el tonto.
- Si sabes, esa sensación de estar pleno…- te interrumpiste al ver su sonrisa mientras se mordía el labio.- Ves, si lo sabes, ¡idiota!- le soltaste la mano para darle un pequeño golpe en el hombro.
- Anda ven.- te cogió por encima de los hombros mientras con la otra mano te acarició con sutileza la mandíbula.- Sí, si lo sé…- le viste sonreír.
- De todas formas, había pensado en que, bueno, en que te podrías venir tú también, ya sabes, no me gusta estar todo el tiempo sola…
- Por lo visto sé muchas cosas, ¿no?- su carcajada resonó por toda la galaxia.
- ¡Que no te rías de mi!- le pinchaste en el costado.
- Ah, ah, vale, vale, cosquillas no.
- Pues deja de vacilarme, que te lo estoy diciendo en serio, jo…- te apoyaste en su pecho y le miraste desde abajo.
- Vendré encantado.- sonrió dándote un toquecito en la nariz.
Y después dejo el dedo sobre ella y fue bajando por un lateral, recorrió la mejilla derecha y fue hasta la comisura de tus labios, se te corto la respiración en cuanto su piel entró en contacto con tu boca, le miraste, le miraste intentado leer lo que estaba pensando, intentando ver lo que quería, lo que sentía… Sabías que había algo, siempre lo habías sabido, pero era la primera vez que lo tenías tan claro.
Te alzaste un poco agarrándote suavemente al cuello de su camiseta, él ya se acercaba a ti, con prisa, mucha prisa… Y te encontraste con su boca, pensabas que ibas a chocar bruscamente, pero él controló sus impulsos a la perfección y te besaba, te besaba, te besaba, te be… Tu cerebro desconecto…

Sus labios carnosos, suaves, dulces, ¿de verdad estabas en Saturno? ¿O en el paraíso?