- Cassi, ¿qué ha pasado con Kaho?
Una voz detrás de ti resonó en la nada, una voz que no te
apetecía tener cerca de ti en ese momento, una voz que no querías que te
reconfortara… No te volviste a mirarle, ni pronunciaste una palabra, seguías
mirando al horizonte lleno de estrellas, de oscuridad y a lo lejos, demasiado
lejos, un sol, un sol que parecía caliente, vivo, alegre… Moviste las piernas
colgando de una de las rocas que formaban los anillos de Saturno, ese planeta
que tanto te fascinaba, rascaste un poco de arenilla e hiciste un dibujo con
los dedos, respiraste hondo, oliendo a una mezcla de madera húmeda y quemada,
sonreíste de medio lado.
Oíste como él se acercaba, saltando de roca en roca hasta
llegar a ti.
- No deberías venir aquí, es peligroso.
- Subirse a una montaña rusa de metal oxidado y vagones que
no se revisan desde hace medio siglo a los que le faltan tuercas y piezas, y
ah, una malla de pinchos debajo esperando tu caída también lo es y tú te
montas, así que no me digas lo que es peligroso o no…
Se te quedo mirando desde arriba, tú desviaste la mirada de
la suya sin ganas de seguir hablando, haciendo una mueca de indiferencia. Y él
en vez de irse, se agachó y se sentó a tu lado, sobre una de sus piernas y la otra
la dejo colgando en el vacío.
- ¿Porqué habéis discutido?
- Orion, déjame tranquila, por favor…
Un segundo después de haber pronunciado esas palabras te
arrepentiste, porqué le tratabas así, si siempre estaba a tu lado, sin nunca
pedirte nada.
- Está bien.- fue a levantarse pero se lo impediste
cogiéndole de la mano.
- No, no te vayas.
Volvió a poner la pierna en su sitio y relajó el cuerpo,
como antes estaba, tu no le soltaste la mano, la tenías apretada lo justo sobre
tu regazo.
- ¿Por qué tiene que ser tan imbécil a veces?
- Ya sabes que Kaho es así, le gusta llamar la atención
haciendo ese tipo de bromas.
- Sí, lo sé, pero siempre viene con la misma historia, y lo
nuestro fue hace mucho tiempo, y además, ¿qué se ha creído? Si fue un día… No
estoy rendida a sus pies ni mucho menos, hay otras cosas en las que pensar…
- ¿Cómo qué?- te dirigió una mirada de esas que podrían
derretir a cualquiera sin ni siquiera él quererlo.
Balbuceaste un poco, intentando encontrar en qué podías
pensar…
- Pues en lo bonito que es esto, por ejemplo…- murmuraste
casi tropezando con tus propias palabras, agachando la mirada y mirando otra
vez a las estrellas.
- Si, podríamos concentrarnos en observar este pequeño
paraíso…- dijo sin parar de mirarte.- Pero creo que deberías hablar con Kaho y
decirle realmente lo que piensas y que deje de molestarte, estoy seguro de que
acabará dejándote en paz.- continuó frotándose el cuello con la mano que tenía
libre y mirando hacia el mismo punto al que mirabas tu con una leve sonrisa en
los labios.
- Dudo mucho que el muy crío me deje en paz algún año.-
dijiste resignada.- Aunque espero poder quedarme aquí siempre para no tener que
aguantarle.
- ¿Tampoco quieres aguantarme a mí?- te miró con cara de
víctima arrancándote una sonrisa.
- A ti no te aguanto, contigo estoy como… Bueno ya sabes,
bien.- sonreíste de medio lado.
- No, no sé, ¿sólo bien?- dijo haciéndose el tonto.
- Si sabes, esa sensación de estar pleno…- te interrumpiste
al ver su sonrisa mientras se mordía el labio.- Ves, si lo sabes, ¡idiota!- le
soltaste la mano para darle un pequeño golpe en el hombro.
- Anda ven.- te cogió por encima de los hombros mientras con
la otra mano te acarició con sutileza la mandíbula.- Sí, si lo sé…- le viste
sonreír.
- De todas formas, había pensado en que, bueno, en que te
podrías venir tú también, ya sabes, no me gusta estar todo el tiempo sola…
- Por lo visto sé muchas cosas, ¿no?- su carcajada resonó
por toda la galaxia.
- ¡Que no te rías de mi!- le pinchaste en el costado.
- Ah, ah, vale, vale, cosquillas no.
- Pues deja de vacilarme, que te lo estoy diciendo en serio,
jo…- te apoyaste en su pecho y le miraste desde abajo.
- Vendré encantado.- sonrió dándote un toquecito en la
nariz.
Y después dejo el dedo sobre ella y fue bajando por un
lateral, recorrió la mejilla derecha y fue hasta la comisura de tus labios, se
te corto la respiración en cuanto su piel entró en contacto con tu boca, le
miraste, le miraste intentado leer lo que estaba pensando, intentando ver lo
que quería, lo que sentía… Sabías que había algo, siempre lo habías sabido,
pero era la primera vez que lo tenías tan claro.
Te alzaste un poco agarrándote suavemente al cuello de su
camiseta, él ya se acercaba a ti, con prisa, mucha prisa… Y te encontraste con
su boca, pensabas que ibas a chocar bruscamente, pero él controló sus impulsos
a la perfección y te besaba, te besaba, te besaba, te be… Tu cerebro
desconecto…
Sus labios carnosos, suaves, dulces, ¿de verdad estabas en
Saturno? ¿O en el paraíso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario