sábado, 27 de julio de 2013

Paradise

- Cassi, ¿qué ha pasado con Kaho?
Una voz detrás de ti resonó en la nada, una voz que no te apetecía tener cerca de ti en ese momento, una voz que no querías que te reconfortara… No te volviste a mirarle, ni pronunciaste una palabra, seguías mirando al horizonte lleno de estrellas, de oscuridad y a lo lejos, demasiado lejos, un sol, un sol que parecía caliente, vivo, alegre… Moviste las piernas colgando de una de las rocas que formaban los anillos de Saturno, ese planeta que tanto te fascinaba, rascaste un poco de arenilla e hiciste un dibujo con los dedos, respiraste hondo, oliendo a una mezcla de madera húmeda y quemada, sonreíste de medio lado.
Oíste como él se acercaba, saltando de roca en roca hasta llegar a ti.
- No deberías venir aquí, es peligroso.
- Subirse a una montaña rusa de metal oxidado y vagones que no se revisan desde hace medio siglo a los que le faltan tuercas y piezas, y ah, una malla de pinchos debajo esperando tu caída también lo es y tú te montas, así que no me digas lo que es peligroso o no…
Se te quedo mirando desde arriba, tú desviaste la mirada de la suya sin ganas de seguir hablando, haciendo una mueca de indiferencia. Y él en vez de irse, se agachó y se sentó a tu lado, sobre una de sus piernas y la otra la dejo colgando en el vacío.
- ¿Porqué habéis discutido?
- Orion, déjame tranquila, por favor…
Un segundo después de haber pronunciado esas palabras te arrepentiste, porqué le tratabas así, si siempre estaba a tu lado, sin nunca pedirte nada.
- Está bien.- fue a levantarse pero se lo impediste cogiéndole de la mano.
- No, no te vayas.
Volvió a poner la pierna en su sitio y relajó el cuerpo, como antes estaba, tu no le soltaste la mano, la tenías apretada lo justo sobre tu regazo.
- ¿Por qué tiene que ser tan imbécil a veces?
- Ya sabes que Kaho es así, le gusta llamar la atención haciendo ese tipo de bromas.
- Sí, lo sé, pero siempre viene con la misma historia, y lo nuestro fue hace mucho tiempo, y además, ¿qué se ha creído? Si fue un día… No estoy rendida a sus pies ni mucho menos, hay otras cosas en las que pensar…
- ¿Cómo qué?- te dirigió una mirada de esas que podrían derretir a cualquiera sin ni siquiera él quererlo.
Balbuceaste un poco, intentando encontrar en qué podías pensar…
- Pues en lo bonito que es esto, por ejemplo…- murmuraste casi tropezando con tus propias palabras, agachando la mirada y mirando otra vez a las estrellas.
- Si, podríamos concentrarnos en observar este pequeño paraíso…- dijo sin parar de mirarte.- Pero creo que deberías hablar con Kaho y decirle realmente lo que piensas y que deje de molestarte, estoy seguro de que acabará dejándote en paz.- continuó frotándose el cuello con la mano que tenía libre y mirando hacia el mismo punto al que mirabas tu con una leve sonrisa en los labios.
- Dudo mucho que el muy crío me deje en paz algún año.- dijiste resignada.- Aunque espero poder quedarme aquí siempre para no tener que aguantarle.
- ¿Tampoco quieres aguantarme a mí?- te miró con cara de víctima arrancándote una sonrisa.
- A ti no te aguanto, contigo estoy como… Bueno ya sabes, bien.- sonreíste de medio lado.
- No, no sé, ¿sólo bien?- dijo haciéndose el tonto.
- Si sabes, esa sensación de estar pleno…- te interrumpiste al ver su sonrisa mientras se mordía el labio.- Ves, si lo sabes, ¡idiota!- le soltaste la mano para darle un pequeño golpe en el hombro.
- Anda ven.- te cogió por encima de los hombros mientras con la otra mano te acarició con sutileza la mandíbula.- Sí, si lo sé…- le viste sonreír.
- De todas formas, había pensado en que, bueno, en que te podrías venir tú también, ya sabes, no me gusta estar todo el tiempo sola…
- Por lo visto sé muchas cosas, ¿no?- su carcajada resonó por toda la galaxia.
- ¡Que no te rías de mi!- le pinchaste en el costado.
- Ah, ah, vale, vale, cosquillas no.
- Pues deja de vacilarme, que te lo estoy diciendo en serio, jo…- te apoyaste en su pecho y le miraste desde abajo.
- Vendré encantado.- sonrió dándote un toquecito en la nariz.
Y después dejo el dedo sobre ella y fue bajando por un lateral, recorrió la mejilla derecha y fue hasta la comisura de tus labios, se te corto la respiración en cuanto su piel entró en contacto con tu boca, le miraste, le miraste intentado leer lo que estaba pensando, intentando ver lo que quería, lo que sentía… Sabías que había algo, siempre lo habías sabido, pero era la primera vez que lo tenías tan claro.
Te alzaste un poco agarrándote suavemente al cuello de su camiseta, él ya se acercaba a ti, con prisa, mucha prisa… Y te encontraste con su boca, pensabas que ibas a chocar bruscamente, pero él controló sus impulsos a la perfección y te besaba, te besaba, te besaba, te be… Tu cerebro desconecto…

Sus labios carnosos, suaves, dulces, ¿de verdad estabas en Saturno? ¿O en el paraíso?

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