- No deberías hacer eso.
- ¿El qué?- la chica lo miró con una sonrisa mientras giraba
la punta de la navaja sobre la yema de su dedo índice.
- Jugar con objetos que no sabes el daño que pueden causar.-
él se levantó de su butaca y fue andando despacio hacia ella.
- Tranquilo, sé cuidarme solita.- dijo muy segura de sí
mientras daba un par de vueltas a la navaja con movimientos gráciles de su
muñeca.
- ¿Estás segura?- el chico estaba de espaldas a ella,
agarrándola por la cintura con brazo y con la otra mano sujetando la navaja
sobre su cuello.
La pelirroja se pegó más al cuerpo del alto y torció la
cabeza para que no le rozara con el filo. Él posó sus labios sobre el cuello de
la chica y los paseó por donde quiso, cuando los apartó dejo una sonrisa de
medio lado sobre su piel. Retiró con delicadeza la navaja y soltó ligeramente
el amarre de su brazo sobre el cuerpo de ella.
La chica se giró y apoyó los brazos sobre el pecho del
peliverde, lo miró con cara de niña buena y se acercó a besarle. Sus labios se
encontraron con algo de impaciencia, pero el beso fue lento, saboreando cada
ápice de todo lo que contenía esa bomba de relojería. La chica se apartó un poco quedándose apoyada
con su nariz en la de él, acercó los labios de nuevo a los del chico y le
mordió el labio superior atrayéndolo hacia ella, él la apretó contra sí
besándola de nuevo, sonrió y se apartó de ella con delicadeza, dejando que se
apoyara totalmente en el suelo ya que la había dejado de puntillas echada hacia
él.
La chica dio un par de saltitos al llegar al suelo y se
mordió la punta del dedo pulgar mirándole desde abajo mientras pestañeaba con
inocencia.
- Pudding, ¿me dejas que haga una cosa?- dijo acercándose a
él mientras le cogía del borde de la camisa.
- ¿Qué está maquinando esa pequeña cabecita?- la dio dos
golpecitos suaves con el puño cerrado por encima de la frente. Ella sonrió
mordiéndose el labio inferior.
- ¿Me dejas que te tiña?- dijo la chica tocándole el pelo
tiernamente.
- Eh, no…- negó con la cabeza algo confundido.
- Porfi…- hizo un pucherito apoyándose en su pecho mientras
se alzaba sujetándose sólo con una pierna.
Él la miro con la ceja alzada y después suspiró.
- El morado seguro que te queda bien.- sonrió satisfecha.
- ¿Morado?
Ella asintió varias veces seguidas con la cabeza mientras
sonreía haciendo que sus mejillas sobresaliesen más de la cuenta.
El chico la acarició la mejilla con el dedo pulgar y sonrió.
- Te hará juego con el traje.- dijo alzando la cabeza
ligeramente mirándole fijamente con aquella mirada que hacía que su mundo se
retorciera cayendo rendido a sus pies.
La devolvió la mirada, les encantaba hablar sin pronunciar
palabra. Ella se alzó un poco para llegar a sus labios y le beso suavemente,
sonrió al apartarse lentamente, él la dio un beso en la nariz y dejó que
volviera al suelo.
- Harley, no te pases.- dijo el chico suspirando indignado
por lo que le deparaba el experimiento que quería hacer la pelirroja.
La chica se giró a mitad de camino y le guiñó un ojo
juguetona, siguió andando en búsqueda de lo que necesitaba para ponerse manos a
la obra.
La chica terminaba de esparcir el tinte sobre el pelo de él,
con sumo cuidado, casi parecía que estuviese tratando de no romperle, sus dedos
se entremezclaban con el tinte y el pelo húmedo con extrema delicadeza, hasta
que le dejó en la coronilla todo el pelo amontonado para que no se le manchase
la cara, dando por concluida su tarea de peluquera.
Se agachó cerca de la oreja del chico, dándole un beso en el
cuello, justo debajo del lóbulo. Bajó su mano por la nuca de él y se deslizó
hasta sentarse en su regazo, con un movimiento casi felino se había colocado
frente a él. Le dio un beso cerca de la nariz, luego otro cerca de la barbilla,
justo en la mandíbula, le acarició con la punta de la nariz hasta llegar a la
barbilla y se separó sonriendo, acercó el dedo índice a la mejilla del chico
dando un pequeño toque de color a su palidez, su risita resonó en el ático.
- Me gusta.- le miró con admiración y después le besó.
Él la acarició el cuello y la apretó contra su boca desde la
nuca. Cuando la chica se apartó una mancha de morado la teñía la nariz. Le miró
sacando morritos.
- A mi también…- dijo divertido.
Y antes de que la chica pudiera decir nada las dos manos de
él estaban sobre su pelo, llenas del tinte que había sobrado.
- No, no…- se intentó levantar pero él la agarraba
fuertemente mientras se reía.
Cuando la soltó la miró observando qué tal había quedado su
obra de arte.
- Mmm, a lo mejor con un poco de verde…
- ¡Ni se te ocurra!- levantó un dedo poniéndolo entre ambos,
de forma autoritaria.
- Bueno, así estás muy bien, también harás juego con mi
traje.- se rió él.
- Maldito Joker…- bufó la chica, aunque en realidad no
estaba en absoluto enfadada, y él lo sabía.
El chico sonrió y la dio un toquecito en la barbilla
haciendo que la chica le mirara quitando esa pose, y sonriéndole.
Se acerco a darla un beso suave en la mejilla, sonriendo.
El sonido del secador les estaba dejando medio sordos ya,
jugaban como dos críos con el aire que desprendía el aparato haciendo de su
pelo una maraña alborotada, ella más que él. Sus risas se oían por encima del
ruido del ventilador, dando a conocer al mundo que no podían pararlas. El chico
se paró frente a ella para peinar el pelo encrespado que se le había quedado,
apagando el secador. Pasó sus dedos entre su pelo con delicadeza, colocando
cada mechón en el sitio donde tenía que estar, se mordía el labio inferior por
dentro mirándola embelesado. Cuando la terminó de peinar ladeo la cabeza y
sonrió de medio lado mordiéndose el labio, se echó hacia atrás y se sentó en la
taza del váter, mirándola satisfecho.
La chica se miró de reojo en el espejo, viendo su pelo
morado y rojo, no le había quedado tan mal, la verdad es que la gustaba
bastante, sonrió yendo hacia él, pasó sus dedos entre el pelo brillante y
morado del chico, haciendo que el flequillo se fuera hacia atrás, dejándole la
cara bien visible, cuando llegó al borde del pelo, lo agarró con algo más de
fuerza e hizo que él llevara la cabeza hacia atrás, mirándola desde abajo, ahogando
un gemido en su garganta, ambos sonrieron. La chica se acercó a él besándole,
lento, pero cargado de deseo. El baño comenzó a arder poco a poco, las llamas violáceas,
anaranjadas y rojas recorrían toda la habitación, subían hasta el techo
formando una pared de fuego, llenando la habitación de un calor insoportable,
insoportable excepto para las dos personas que estaban allí en medio del sol,
del sol de medianoche…